Bosnia después de la lluvia. Aquel muchacho que nos mandaba quería enseñarnos unas fotografías que había tomado en el corto viaje que la institución le había organizado para verificar el progreso sus programas.
Recuerdo especialmente la fotografía de una casa con un pequeño jardincillo, y recuerdo que pensé que aquella bien podían ser alguna de las casas que habían alrededor de mi escuela. Ahí bien podría haber jugado yo.
–Veis ese cartel de ahí? lo veis? Dice que no se puede entrar en la casa: está minada.
Yo detestaba a aquel tipo. Sí, lo detestaba a priori y sin fisuras. Dos o tres preguntas formuladas con discreción me bastaron para convencerme que aquel individuo había ido allí para hacer turismo.
Sí, lo detestaba sin fisuras, así que cautivo como estaba, decidí hacer votos por gente como él dispuesta a salvar el mundo, textualmente dije “salvar el mundo!” pero no entendió el sarcasmo.
Hizo un gesto, como quitándose importancia.