Només he llegit aquest llibre de Haruki Murakami, però d'ençà que li tinc un afecte especial. Per això em va sobtar molt trobar un poema del meu estimadíssim Raymond Carver dedicat a ell. I és que resulta que Murakami és el traductor de Carver al Japonès.
El poema de Carver, que transcric, és una delícia i un prodigi narratiu.
EL PROYECTIL
A Haruki Murakami
Tomábamos té. Especulábamos educadamente
sobre las posibilidades de éxito
de mis libros en tu país. Pasamos
a hablar del dolor y de la humillación
que encuentras una y otra vez
en mis relatos. Y ese elemento
de pura suerte. Cómo se traduce todo eso
en términos de ventas.
Miré hacia una esquina de la habitación
y por un momento tuve de nuevo 16 años,
dando tumbos por la nieve
en un Dodge Sedán del 50 con cinco o seis
colegas. Enseñándoles el índice
a otros tíos, que gritaban y bombardeaban
el coche con bolas de nieve, gravilla y ramas
viejas. Dimos la vuelta acelerando a tope, gritando.
Y pensábamos dejado ahí.
Pero mi ventanilla estaba bajada diez centímetros.
Sólo diez centímetros. Les ladré
la última obscenidad. Y vi a aquel tipo preparado para lanzar.
Desde esta perspectiva,
hoy, imagino que la veo venir. Que la veo
acelerando por el aire mientras la miro,
como aquellos soldados de principios
de siglo veían nubes de metralla
volar hacia ellos,
petrificados, incapaces de moverse,
fascinados por el pánico.
Pero no la vi. Ya me había dado la vuelta
para reírme con mis colegas
cuando algo me golpeó de perfil,
tan fuerte que me rompió el tímpano y cayó
en mi regazo, intacto. Una bola de hielo y nieve
bien presionada. El dolor fue inmenso.
Y la humillación.
Fue horrible cuando empecé a llorar
ante aquellos tipos duros que
me decían a voces, Mala suerte. Algo insólito.
¡Una de un millón!
El tío que la lanzó tenía que estar encantado
y orgulloso de sí mismo mientras le aclamaban
dándole palmadas en la espalda.
Debe de haberse secado las manos en los pantalones.
Seguro que anduvo un rato más por ahí
antes de ir a cenar a casa. Creció,
tuvo su ración de reveses y se perdió
en su propia vida, como yo en la mía.
Nunca volvió a pensar
en aquella tarde. ¿Por qué iba a hacerla?
Siempre hay demasiadas cosas en que pensar.
¿Por qué se iba a acordar de aquel estúpido coche que, patinando
calle abajo, giró en la esquina
y desapareció?
Levantamos educadamente las tazas en la habitación.
Una habitación en la que durante un instante hubo algo
más.
Raymond Carver
Todos nosotros
Bartleby.
Madrid, 2006
Traducció de Jaime Priede.
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Dolços somnis.
Foto: Carver per Bob Adelman